jueves, 26 de junio de 2014

“Palabras mayores” en la Feria del Libro de Madrid

La firma es como un truco, como un juego de manos que nos saca a nosotros mismos del sombrero, nos exhibe y nos hace desaparecer de nuevo en la niebla de una línea. ¿Me ves?; no me ves.

Ese fue uno de los muchos pensamientos que se me ocurrieron el jueves 12 del corriente, en la caseta de ViveLibro, mientras les dedicaba mi nueva novela, “Palabras mayores”, a los lectores que me buscaron por la Feria del Libro de Madrid.

Foto: Concha Martín del Pozo

Pasé una hermosa tarde entre charlas, dedicatorias y pensamientos. Como comprenderán, aunque anduve perdida más de una docena de veces en la espesura de mis garabatos, me sobró tiempo, también, para desbrozarlos y sacar alguna cosa en claro. Entre un lector y otro, me recordé a mí misma hace veinte años, en la caseta de Libertarias Produphi, cuando firmé  “La casa del manzano”. O en 2008, y en otras seis ferias consecutivas, dedicando “Estás en la luna” con la editorial Kalandraka

Nos vamos dibujando en lo que hacemos, igual que nuestro nombre en cada firma. El trazo de esa rúbrica es la vida, que corre como tinta (más o menos legible; más o menos espesa) de obra en obra.

En mi adolescencia pensé que mi firma era muy infantil, así que, de repente, la cambié por otra. A esa edad, no quería parecer una niña… ¡qué boba! Dicho y hecho. Aquel día, se bifurcó mi letra y, ya, hasta hace poco, en vez del infinito que trazaba al firmar, empecé a excavar pendientes que caían hacia atrás desde mi nombre y que se levantaban luego hacia el futuro, en irrefrenable e impulsiva orogenia. No quiero parecer un bicho raro, pero la desenvoltura con que sacudí la fuente de mis letras me engañó incluso a mí misma.  Había una Carmen nueva en aquel estallido… Una mujer tratando de trazarse a sí misma desde los trallazos del rabo de la ene. Montalbánnn. ¡Zas! Ahí queda. Ahí quedó, en multitud de papeles… ¿Qué valor tendrán aquellos documentos?

Porque, de repente (otra vez, otro año, otro día),  decidí que tenía que volver a firmar como lo haría sonámbula. ¿Cómo firma una amnésica? Démosle libertad a la mano, a ver si ella coge las riendas de la pluma y me identifica… Pues sí, volví a mi antigua rúbrica, que volvió a arropar mi nombre con aquel algodonoso, eterno y cálido símbolo de infinito. Infantil para siempre. Creo que es lo que pasa cuando te haces vieja.

Fue cuando renové mi DNI. Después de volverlo a firmar, sin pensarlo, con aquellas lazadas infantiles, me costó papelear en el banco, para que admitiesen allí aquellos nuevos-viejos derroteros de tinta. Tuve que ir a firmar, en presencia de varios empleados; de esta forma y de la otra. “En el futuro” –dije... Me quedé pensativa un momento, y añadí: “En el futuro PRÓ-XI-MO, firmaré de esta forma”. Mis ojos se iluminaron observando mi firma enorme, que ocupaba toda la hoja. Miré mi rúbrica infinita infinitamente feliz. Deseaba firmar otra vez, en cualquier papel inútil. ¡Qué liberación!

Todo eso recordé la tarde del día 12, mientras firmaba (o mientras no lo hacía), en la Feria del Libro de Madrid.

No hice fotos aquel jueves, pero he recibido imágenes de los lectores que pasaron por allí a que les dedicase “Palabras mayores”. Las aprovecharé, con su permiso, para dedicarles mi novela a ustedes  y desearles una feliz lectura. Con mi cariño y mi deseo de que disfruten del verano.

¿Cómo quieren que firme esta dedicatoria?, ¿con valor y firmeza o suavidad infinita? Me siento un poco “enreda” esta mañana, así que permítanme que lo haga, sólo por una vez, con un graffiti… ¿Otro cambio de firma? ¿Otro juego de manos? En esta ocasión, no. No me busquen detrás del espray de ningún muro. Mejor, léanme en papel.





Nos vemos el día 2 de agosto en Casa Antón, en Cuerres (Ribadesella, Asturias), donde podéis adquirir vuestro ejemplar de “Palabras mayores”.

También podéis conseguirlo en Amazón,

en Esebook,

en La Libre de barrio (Calle de Villaverde, 4, de Leganés, Madrid. Teléfono 912 27 29 52),


o encargándola en cualquier librería, pues se edita bajo demanda.


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