Las fotos que hoy desempolvo pertenecen al último de
los tres conciertos consecutivos que la Orquesta de Antiguos Alumnos del Conservatorio Rodolfo
Halffter, de Móstoles, dio poco antes de
Navidad en el Teatro Auditorio de la Casa de Campo, de Madrid.
Concierto en
el Teatro Auditorio de la Casa de Campo de Madrid
A pesar de que vivo a un paseo de la Casa de Campo, no
conocía el teatro. El auditorio me pareció inmenso; tan grande como los
esfuerzos de los músicos por reunirse en aquellas fechas y las dificultades de
su director, Juan Manuel Sáiz Rodrigo, para hacer que su
agrupación subsista sin más medios que los humanos.
Rimski-Kórsakov decía que la dirección
musical es una forma de magia negra. Juan Manuel debe de hacerla de todos los
colores; incluso antes de ponerse a dirigir.
Recuerdo que aquel día nos presentó una a una las tres
piezas del programa. Fueron pocas palabras, las precisas para que los profanos
como yo apreciáramos matices de lo que iban a ofrecernos. No me vino mal;
porque ésa era, casi-casi, mi sinfonía cero. Además, como escritora que pretendo
ser, me gusta que me hablen de formas, de estructuras, de procedimientos para
componer, de tradiciones, de innovaciones y de cualquier cosa que pueda
desvelar, siquiera un poco, el misterio creativo…
El concierto habría sido bellísimo de todas formas,
pero el tono de Juan Manuel, cercano y sereno, no estorbó a mi concentración,
al contrario: me puso en el estado de apacible atención que me gusta tener en
los conciertos. En tres breves intervenciones, habló del vals, de la forma sonata,
y de lo que aportaron al arte de la composición, cada cual en su marco y en su
día, las tres piezas del programa.
Luego, alzó la batuta y sus músicos tocaron.
Ayudada por la acústica, que me pareció perfecta, la
música llenó el espacio y se fue recogiendo sutilmente alrededor de mí, como el
abrazo de un bailarín de vals.
Programa
Empezaron por el Vals
que Pablo J. Berlanga Rui-Díaz compuso en honor de Luis Alberto Rodríguez. Yo ya lo había
aplaudido en otra ocasión, con la orquesta Sinfónica al completo. Entonces, me
había parecido de una belleza rotunda; como bailado en una fiesta campesina por
montañeros de gestos airosos y pose elegante, pero ropa desgarrada. Girar,
girar y girar alrededor de la vendimia. Esta vez, interpretado apenas por un
par de docenas de músicos, el Vals de Berlanga seguía pareciéndome sensual y
brioso, pero ahora imaginé que lo bailaban duendes de una dulzura extrañísima.
Girar, girar y girar, formando remolinos de hojas secas sobre el cielo del
bosque. Un nuevo éxito para el autor. Una delicia.
También me guardé en mi interior cada nota de la Sinfonía en Si menor D.759 de Schubert.
Juan Manuel nos dijo que se la conoce como la
Incompleta a causa de su estructura, pues era normal que, en la época
(compuesta en 1822 y estrenada en 1865), las sinfonías constasen de cuatro
movimientos, y la de Schubert tiene sólo los dos primeros.
La escuché atentamente, como si el auditorio fuese yo
y mi pecho la cámara del palacio que había acogido a la orquesta. ¡Qué obra tan
enigmática! ¿Quién la llamó Incompleta? Al parecer, se ha escrito mucho sobre la posible razón de este nombre. Unos creen
que se debe a la originalidad del compositor y, otros, a que la muerte
prematura impidió que Schubert la acabase (murió de sífilis a los 31 años). A
mí no me pareció que a la obra le faltase nada. Me dejó clavada en el asiento,
asombrada de su lírica, de su fantasía, de su pasión, de su color… Antes que
“La Incompleta”, yo la habría llamado “La Melancólica”… La Sombría, la Apasionada,
la Encantadora, la Ingenua… Fuego con tacto de encaje.
En cuanto a la tercera obra, la primera de las nueve sinfonías de Beethoven, Juan Manuel nos dijo
que su originalidad no estaba en la estructura, que era muy clásica, sino en su
juego con las modulaciones y tonalidades. Con sumaria sencillez, nos habló de
los ritmos de cada movimiento y del aspecto innovador con que un minueto tan rápido sorprendía al público
de la época (se estrenó en 1800).
También Beethoven agitó mis emociones de un extremo a
otro (desde el temor sombrío ante la tormenta que se acerca, hasta la lírica
del arco iris).
Me detuve a la salida, para reponerme un poco antes de
volver al mundo de los objetos. Hacía frío, pero el viento aún deslizaba, por
la acera, ecos de clarinetes y fagot. Atenta a mi propio desenvolvimiento
orgánico, golpeé el suelo con los pies y miré el reloj con prisa, entre los
velos del alma. Los minutos, sin música, no son más que minutos. Mi indefinido
estado de ánimo no tocó tierra del todo hasta que me puse a buscar el billete
del bus y alguien, a mi lado, mencionó la crisis. Me hurgué en los bolsillos,
con el programa en los labios. Fue entonces cuando vi el texto en el dorso del
papel. A un palmo de mis ojos, leí que Beethoven le había dedicado su sinfonía al
barón van Swieten y pensé en la
heroica tarea de los músicos que acababan de ejecutarla para mí, maravillosamente.
La Orquesta
de Antiguos Alumnos del Rodolfo Halffter
¡Qué asco de crisis! Es un tema que viene y que va de
las conversaciones, como en una especie de rondó fragmentario. Espero que, al
menos, no empobrezca nuestra sensibilidad. La Orquesta de Antiguos Alumnos (recapitulando
yo sobre mi tema) es un sólido lazo para mantener la cohesión fraternal del
Rodolfo Halffter. El mero hecho de hacer música los pone a todos de acuerdo. Sería
triste que un grupo que solamente lucha por rozar lo sublime chocara con
barreras materiales. La música no es algo de lo que nadie pueda prescindir… Ha
de seguir sonando, aun cuando el barco se hunda.
¿O encontrará Juan Manuel algún mecenas del estilo del
barón van Swieten? ¿Hay alguien deseoso de que el arte haga vibrar estancias y salones
con su acompañamiento de acordes sincopados? El patrocinador sale ganando: para
él, mantener una orquesta puede ser un respiro inmaterial. ¿Quién no pondría en su casa una consagración
de pizzicatos? Son como pellizquitos que despiertan; relámpagos que alumbran
nuestros cuartos oscuros.
Sin darme apenas cuenta, me he metido en camisas de
once varas… Yo no soy nadie aquí para pedir mecenas; pero, quizás, lo he hecho…
¿Me han oído?
¡Fortísimo!
3 comentarios:
Querida Carmen,
ya veo que todo os va muy bien y tus chicos en un camino muy bien trazado.
Te he mandado un mail para pedirte permiso para reproducir un texto magnífico que escribiste sobre mi blog. Iría acompañando a mi prólogo en una colección de ensayos que me publican en FUNDAMENTOS. Los textos salen de mi blog, de ahí que tu prefacio sea muy necesario.
Fundamentos insiste en que me manifestéis permiso por escrito.
POdrías mandarme un mail a :
ssanch22@gmail.com ??
Te mando ahora copia del mail que te mandé a un mail tuyo quizás ya inutilizado. No sé.
Un beso.
Urge.
PS: Vas en nota a pie de página con el link a tu blog y los datos bibliográficos de tus libros.
Un beso!
COPIA DE MI MAIL DEL 28 DE MARZO
Hola niña!!!
Qué tal vais?
Tengo un libro de ensayos cortos ahora en prensa en la edit Fundamentos.
Te cito en nota a pie con tu blog y tus obras dando referencia completa al incluir ese texto tan precioso que escribiste sobre mi blog.
Espero que te parezca bien y no te opongas a que aparezca.
Dime porfi.
Un abrazo a todos
Marisol
Vía libre, Marisol. Adelante. Y mucha suerte con tu libro.
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