martes, 7 de febrero de 2012

Cómo “cortar el agua” ( “hacer cabrillas”, “saltar la rana”…)

Me perdonarán mis seguidores que haya dispuesto de tan poco tiempo últimamente para dedicarle a este blog. Estos días, he tenido demasiadas lecturas de trabajo; lo que no quiere decir que  no hayan sido, también, lecturas de placer, al contrario: pero aquí no hay lugar para hablar de mis incursiones en textos inéditos, puesto que ustedes no pueden leerlos todavía, y se trata de compartir experiencias literarias.
Lo triste es que, durante una temporada, voy a seguir disponiendo de escasos ratos libres para hablar de libros (o de páginas Web o de fotografía o de lo que sea); porque, además de mis tareas en casa (¡Por Dios!, ¡cómo absorben!), estoy escribiendo algunas cosillas mías que tenía pendientes. Es más difícil que escribir acerca de lo que escriben otros y requiere mucha más dedicación, lo que me tiene en guerra con el reloj, intentando sentarme al ordenador a diario, aunque sólo sea momento.
Con la vista tan cansada y tan poca diversión (alguna que otra partidita de mus, en noches alternas), se me ha ocurrido lo gratificante que sería para mí (y para mis ojos) salir a buscar una charca y una piedra y ponerme a cortar el agua. Es un juego muy relajante que me suele retar desde muy niña. Seguro que esa experiencia sí podemos compartirla. ¿O no se han preguntado alguna vez cuántos saltos le harán dar a una piedra que hayan lanzado a un río, a un lago o a una charca?
Si no han jugado nunca a hacer cabrillas (también así se conoce el juego), les recomiendo que lo prueben: es un vicio muy sano y muy sencillo: cuestión de práctica. Para ilustrar su técnica, les adjunto la fotografía y el comentario que presenté a FOTCIENCIA 9, en donde hablo de los factores que hay que tener en cuenta a la hora del lanzamiento.

“Fuerza y movimiento en el salto de la rana”. Foto: Carmen Montalbán

Hacer rebotar una piedra sobre la superficie de un río no depende únicamente de nuestra fuerza; también, de nuestra habilidad para combinar los siguientes factores:

1) Ángulo de tiro: el óptimo es de 20º. Si es mayor de 45º, la piedra se hundirá sin haber saltado.
2) Posición de la piedra al chocar contra la superficie: una ligera inclinación hará que el agua empuje su extremo inferior y la voltee sobre su eje vertical, propulsándola hacia arriba.
3) Velocidad de giro: obtendremos mejores resultados si lanzamos la lasca girando sobre su eje horizontal, como una nave espacial (movimiento giratorio).
4) Velocidad del lanzamiento: cuanto mayor sea, más distancia recorrerá el “proyectil” entre salto y salto, y más veces rebotará antes de que las fuerzas pasivas absorban su energía y lo frenen (rozamiento / tensión superficial) y la gravedad lo atraiga al fondo.
5) Forma de la piedra: la forma aplanada obstaculiza su penetración en el agua y favorece su desplazamiento por el aire.
6) Masa de la piedra: más masa implica más inercia (tendencia a seguir avanzando), pero también más dificultades de manejo y más fuerza por nuestra parte.

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