jueves, 24 de noviembre de 2011

“Hoyos”. ¡Estructura! !Estructura pura y fresca!

Ahondando en la entrada de “Hoyos(“PRÓXIMA PARADA: “Hoyos”, de LOUIS SACHAR, que Carmen Nemrac V, mi tataranieta-desastre-inútil-ladrona-de-estilos publicará el siglo que viene). Por Carmen Nemrac I.
Como sabéis, el autor de “Hoyos” es Louis Sachar (Nueva York en 1954), experto en literatura juvenil. Sachar ha escrito, además, “Sexto Grado Secretos”, “Los perros no cuentan chistes”, “Secuestrado en el nacimiento”, “Escuela Wayside”, “¡Súper rápido, fuera de control!”, “Hay un chico en el Baño de la chicas” y “Pequeños pasos”.
Hoyos” es una novela recomendada a partir de 12 años. Ha sido publicada en 16 lenguas y galardonada con los premios “National Book Award” para lectores jóvenes y “Newbery Medal”. También ha sido llevada al cine: La maldición de los hoyos”, dirigida por Andrew Davis y protagonizada por Sigourney Weaver, Jon Voight y Shia LaBeouf.
Fotograma de la película "La maldición de los hoyos"

Aquí van las tramas de la novela, de las que mi tataranieta-desastre-inútil…, que ha leído el libro tres veces, igual que yo, tendría que haber hablado ya hace años (para que no la maldigáis):
TRAMA A (PRINCIPAL): Stanley Yelnats IV & Zero. Ocurre en la actualidad, en Texas. Es la historia que hace que, en seguida, hasta yo empiece a ver el mundo con los ojos del protagonista (punto de vista) y me convierta, por tercera vez, en el cuarto Stanley Yelnats de mi familia: un niño inocente, gordito, con poca autoestima, poca aceptación social y poco dinero. Mi peor problema es que, normalmente, estoy en el momento equivocado en el lugar equivocado y eso me hace parecer un chico malo… Siempre. Hasta mi héroe, un famoso jugador de fútbol, piensa que soy un cochino ladrón. Tengo tan mala suerte, que si alguien tira algo que ha robado, me cae a mí encima, junto con un castigo que no merezco. En fin que, sin comerlo ni beberlo, me veo en el Campamento Lago Verde; que ni es lago ni es campamento; es un correccional juvenil en medio del desierto, cuajado de mortíferos lagartos de pintas amarillas. Estoy aquí, vestido de naranja, con 18 meses de infierno por delante. Tengo una cantimplora vacía, una pala, y la misión de cavar un hoyo al día bajo un sol criminal que sí merecería que lo encerrasen. A diario, hinco la pala en la tierra y me peleo con la sed, con los 35 grados que haría a la sombra (si la hubiera), con las ampollas, con las quemaduras solares, con las agujetas, con las serpientes de cascabel y con la tierra que yo mismo he sacado y que se me acaba viniendo encima. Si encontrase un charco de lodo, lo lamería. Ya no soy Stanley: soy El Cavernícola, y me doy con un canto en los dientes, porque, aquí, tener un apodo es una señal de que te permiten existir y ponerte en la fila del agua, aunque sea el penúltimo. Si no fuera por mi amistad con Zero, me sentiría solo entre unos compañeros que parecen no querer a nadie y unos “monitores” crueles que sólo usan la imaginación para encontrar castigos más severos.
TRAMA B (Pasado familiar remoto): Elya Yelnats & Madame Zeroni). Es la historia de un antepasado de Stanley: su tatarabuelo-desastre-inútil-ladrón-de-cerdos. Es necesario contarla porque, aunque transcurre más de cien años antes de que Stanley naciera, Elya es el culpable de la mala suerte de los Yelnats; aquel en quien todos piensan cuando salen mal las cosas. Elya Yelnats nació en Letonia. De él en adelante (al menos, hasta Stanley IV), todos los Yelnats tendrán una suerte pésima por culpa de una maldición que pesa sobre ellos desde que Elya dejó sin cumplir una promesa.
Todo ocurrió cuando Elya tenía quince años. Madame Zeroni, una vieja egipcia, le había regalado un cerdo y le había dicho cómo engordarlo para que él pudiera competir con el otro pretendiente de la chica de la que se había enamorado. Madame Zeroni (a quien le faltaba una pierna) le hizo aquel favor con la condición de que, al final, le subiera la montaña a ella; pero, llegado el momento, Elya se olvidó de la chica, del cerdo y de la vieja, y se marchó a América (a California) con su maldición a cuestas.
TRAMA C (Pasado familiar): Stanley Yelnats I & Kate “Besos” Barlow. Es la historia del bisabuelo de Stanley; el primer Stanley de la familia Yelnats. De él en adelante (al menos, hasta Stanley IV) todos los Yelnats serán hijos únicos y todos se llamarán Stanley (“Stanley Yelnats” se lee igual del derecho y del revés). Stanley I vive un siglo antes que el protagonista, pero contar su vida es necesario porque es el Yelnats que pasó por el mundo con más gloria (hizo una fortuna en la bolsa de Nueva York), pero también con más pena (la perdió toda en Texas; cuando, a su regreso a California, su diligencia fue asaltada por la forajida Kate “Besos” Barlow, que se llevó su maleta y lo abandonó a él en mitad del desierto). Al menos, tuvo la fortuna de que Kate no le besara (sólo besaba antes de matar). Stanley Yelnats I sobrevivió a su encuentro con la forajida. Aguantó sin comida ni agua 17 días en el desierto; porque, según decía, encontró refugio en “el pulgar de Dios”, aunque anduvo tan desorientado que ni él mismo supo nunca a qué se refería con eso. Lo único que supo fue echarle la culpa al maldito de siempre (el tatarabuelo de Stanley), su padre-desastre-inútil-ladrón-de-cerdos.     
TRAMA D (Presente familiar): Stanley Yelnats III & Stanley Yelnats IV. El abuelo de Stanley (Stanley Yelnats II) debió de tener una vida corriente, puesto que Sachar salta desde el bisabuelo, el triunfador asaltado, hasta el padre de Stanley, un inventor inteligente y perseverante, pero de escasísimo éxito (por no decir fracasado) que también culpa de su mala estrella a su bisabuelo (tatarabuelo del chico). Hasta ahora, vivir junto al padre de Stanley (California) ha sido como vivir dentro de un zapato, pues intentaba encontrar una fórmula para reciclar zapatillas (sin dinero para un laboratorio… ni para un abogado) cuando, por culpa de otras zapatillas, detuvieron a su hijo y se lo llevaron a Lago Verde. Estos dos Yelnats (III y IV) no sólo comparten la mala suerte, sino también momentos felices (cuando el padre le canta al hijo la vieja nana de la familia) y una esperanza que no pierden nunca los de su apellido. El cariño de los padres de Stanley es fundamental en esta historia; pues, sin él, y sin las cartas de la madre, el corazón del niño se habría endurecido demasiado.
Hasta aquí las historias de los Yelnats, pero el autor aún incluye otras tramas (con sus propios desarrollos temporales) referidas a otros personajes que se cruzaron con ellos en un lugar: Lago Verde (Texas):
TRAMA E (Pasado Remoto de Lago Verde): Katherine Barlow – Sam. Es una historia de amor que se convertirá en una historia de odio, venganza y avaricia. Ocurrió hace 110 años, cuando Lago Verde era un pueblo apacible a la orilla de un lago color esmeralda. Por aquel entonces, Katherine Barlow era una maestra adorada por niños y mayores, y famosa por sus melocotones en conserva. Charles Trucha Walker era un joven fanfarrón y rico a quien ninguna mujer le había dicho que no a pesar de olerle tan mal los pies, y Sam un vendedor ambulante de cebollas, dueño de un campo secreto de ellas y de unos labios a los que Katherine Barlow sí dijo que SÍ. Sam era un negro muy respetado porque sus cebollas eran el remedio de todos los males y porque también él lo arreglaba todo. “Eso lo arreglo yo”, le dijo a la maestra un día de lluvia en que ella estaba triste. El beso con que le arregló el corazón es un giro importantísimo: convierte al envidioso Charles Walker en el cabecilla de un linchamiento; a Sam y a su burra Mary Lou en historia; a Lago Verde en un pueblo fantasma a la orilla de un desierto, y a Katherine Barlow en Katherine “Besos” Barlow, la temible forajida que asalta los caminos y se pinta los labios de rojo para besar antes de matar.
TRAMA F (Presente de Lago verde): Vigilante & Campistas. Es la historia de una mujer, Vigilante; pero viene de muy atrás (de la avaricia de Trucha Walker). Vigilante, la maldad en persona, es dueña y señora de la única sombra del “lago”. Vive en la cabaña en que vivió sus últimos días la legendaria forajida. Ella y sus padres, y los padres de sus padres llevaban cavando cien años en busca del botín de “Besos” Barlow. Ahora, cavan los “campistas” de Lago Verde, que ya no es “el cielo en la tierra”, sino una llanura de tierra reseca. Aunque ellos apenas ven a Vigilante, no hay cosa que teman más que sus uñas envenenadas. Saben que los está vigilando, a ver si encuentran algo en el fondo de sus hoyos…
Espero que mi tataranieta-desastre-inútil cumpla la promesa que incumplió el día quince y se digne a contarnos pronto qué es lo que ella ha encontrado en “Hoyos”.

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