viernes, 2 de septiembre de 2011

Versos en son de risa

Cuando busco claridad, pero ando desalentada (nublado el entendimiento con asuntos desgraciados), acudo al poeta de guardia.

Tengo que hablar con él de muchas cosas (Es importante hacerlo: ¡hay tanto que sufrir!); pero el poeta que digo me viene hoy con un libro (pájaro de cien alas) que, de pronto alocado, se cuela en mi salón dando alegres plumazos contra la pesadumbre que me tenía empañadas las ventanas.

“Tu ventana”, Carmen Montalbán

Mi conciencia sonríe, pero regruñe. ¡Pues vamos apañados! Esta poesía ─animosa, indomable─ es como una paloma equivocada que, de pura alegría (tras haber picoteado en más de un asador, reventando morcillas), viene a cagarse sobre el más pintado… ¡Aunque sea un poderoso caballero!

En fin, que nuestro poeta viene a cazar (con red de mariposa y una infinidad de encontronazos, brincos y resbalones) los aleteos de un poema convertido en sátira. Aquí, concretamente, ha caído como un tonto llovido del cielo y me ha dicho, acertado en cada desacierto: “Olvida ya conciencia y pesadumbre. Nos toca hablar de HUMOR. Ya puedes ir llamando a tu último optimismo… ¡Y deja para luego la tarea de sentar la cabeza, por favor!”.

Una de dos”, me digo. “O este tipo me suelta los cánticos hermosos, aunque fieros, con que suele mofarse de sí mismo (y que se ría la gente) o se lía a puntapiés con el cerebro, en encuentros apenas deportivos. Así, bajo el arbitrio de sus versos, todos los oponentes acabarán, igualmente, burlados. Los felices y los  infelices, tan cristianos como moros, empatados cero, cero”. Porque, en sus contrastes, y en sus greguerías ─no se engañe nadie─, son motivos de son; especialmente, aquellos que se precian de ser serios.

Para liberarnos de la mala sangre, el poeta de guardia es muy capaz de usar como pelota al sol; un sol, hay que decirlo, que ─si él así lo dispone─ pasará a media noche. Nuestro payaso poeta (que anda besando siempre a quien mejor sonría) hace que metamos un gol de cabeza, mandando a la luna nuestro mal humor. Para  siempre jamás. ¡Tenga usted buen viaje!

─ ¿Ya estás preparada para que te cuente las dulces patrañas del rey que rabió?

Hablando de rabia, ya no rabio yo. Lo que veía turbio parece más claro. Porque este poeta (alquimista de humor o boticario) me ha dejado sus ojos en un plato ─perdón, en un poema─ y se ha ido a tientas.


*He empleado para este recorte versos de poetas citados al final de mi entrada “Que tenemos que hablar de muchas cosas

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