miércoles, 2 de junio de 2010

Poemas como manos extendidas

Ahora, leeré poesía. ¿O no recuerdan ya que tenemos que hablar de muchas cosas; de todas esas cosas de las que habla el poeta? Hoy, como ayer (aunque ayer hablé en prosa y hoy emplearé la voz al poeta debida), me toca cantarle a la SOLIDARIDAD. Porque, sí, la poesía es también un canto general de vida y esperanza para la oscura gente y una herramienta para los alfareros que se van derramando, poquito a poco, en su propia greda.

Los versos son los dedos machacados de no sé qué joyero que cincela canicas como perlas para niños de voz endurecida; son las manos de todos los poetas, abiertas como escudos frente a quienes tocan fondo (para los que la vida es incluso peor que una ciudad en guerra).

[Tomo prestada esta foto de la Web de Avaaz. El mundo en acción]


La poesía es la única arma cargada de futuro, porque fluye y se pierde al tiempo que da el “no” a todos los “nos” y lo condena todo… todo lo que condena la verdad sincera y todo lo que ayer condené yo. La poesía no sólo es un grito en el mar; un grito de imposible traducción. La poesía es, a la vez, un gemido de viejos dolores y una copa de vida nueva. Es un amigo si te falta un amigo. Y una estrella.


El poeta responde con fábulas morales, sin dudar. Porque él, que nunca tuvo miedo, baja a la calle siempre, aunque esté bloqueada. Sus poemas son moralidades para los que disponen y gobiernan; tratados de urbanismo que actúan contra los puentes levadizos; leyes de hospitalidad; palacios para el pobre; puertas abiertas de par en par para los que no se pelean ni matan; murallas que se cierran solamente ante el veneno y el puñal de la crueldad.

No hay comentarios: