lunes, 15 de junio de 2009

“Ejercicios de estilo”, Raymond Queneau

El escritor francés Raymond Queneau (Le Havre, 1903-París, 1976) se inició en el movimiento surrealista y, finalmente, fundó el grupo Oulipo (Taller de Literatura Potencial), al que pertenecerían autores como Georges Perec e Italo Calvino. Este grupo desarrolló una nueva literatura de múltiples interpretaciones; llena de fantasía, humor y preocupación lingüística. Sus autores se auto-imponían limitaciones para que las obras surgieran en la tarea de sortearlas.


Queneau fue autor de novela, poesía y ensayo. En su obra, además de los experimentales «Ejercicios de estilo» que le dieron fama, destacan: «Le grama», «Pierrot, amigo mío», «Los hijos del viejo limón», «Siempre somos demasiado buenos con las mujeres», «Zazie en el metro» (llevada al cine L. Malle), «El diario íntimo de Sally Mara» y «El vuelo de Ícaro»; y libros de poesía como «Bucólicas», «Pequeña cosmogonía portátil», «Cien mil millones de poemas» y «Moral elemental».

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QUE NO, QUENEAU, QUE NO TE ENCUENTRO YO

Andaba buscando en mi biblioteca el libro de Queneau “Ejercicios de estilo” desde que supe que la Feria del Libro de Madrid estaría dedicada a Francia. No podía andar lejos. Utilicé a Raymond a menudo para mis clases de estilo. Sin embargo, pasé dos semanas buscándolo sin resultados en la pilada de papeles de mi casa. Hasta que hoy, ya, hace nada, se descolgó el estante más liado del rincón de desayunar y el tomo de arriba saltó de mi cabeza a mis cereales. “Ejercicios de estilo”. Queneau... ¡Vaya chichón!


Esta obra, recordé, narra una breve anécdota, de lo más trivial (viaje en bus urbano de un joven protestón con gorra de fieltro), sólo que el autor la cuenta de cien maneras: anagramas, deportes, poesía, ignorancia…

Mientras sacaba las palabras de Queneau de entre gotas de leche, pensaba que, tal vez, aun sin saberlo, esta manía mía (de hablar de obras que leo con su estilo propio) naciera inspirada en el autor y su obra.

─Que no, Queneau; que aunque no sé dónde estás ─susurré─, tu obra siempre me encontrará a mí.

ANAGRAMAS

Andaba buscando en mi celibato el brío de Aunque-no “Ajedrecístico de islote” desde que supe que la Fiera del Brillo de Dormida estaría dedicada a Afincar. No podía nadar lejos. Utilicé a Dramón, y a menudo, para mis calés del islote. Sin gamberro, pasé dos mesanas buscándolo sin adúlteros en la pálida epilepsia de mi saca. Hasta que hoy, ¡ay!, hace Adán, se descolgó el setenta más salido del rocín de enyesadura y el motor de rabiar saltó de mi cazabe a mis caérseles. “Ajedrecístico de islote”. Aunque no... ¡Vaya chochín!


Este rabo, recordé, narra un breve canteado, de lo más vibrátil (vieja en sub abruno de un vejón portento con groar de flirteo), sólo que el tauro la cuenta de cine Manresa: argamasa, despertó, poseía, ignorancia…

Mientras sacaba las parábolas de Aunque-no de entre gatos de Elche, pensaba que, tal vez, aun sin albores, esta ánima mía (hablar de sobra que olé, con su islote piropo) renacía parisina en el tauro y su rabo.

─Que no, Aunque-no; que aunque no es donde setas ─espino─, tu rabo siempre me encartonará a mí.

FUTBOLERO

Por fin se disputa el esperado encuentro entre el “Racing Queneau FC” y el “Deportivo Montalbán CF”. A pesar de tratarse de una liguilla amistosa, el Queneau ha estado a punto de ser descalificado por no presentarse al derbi programado en la “Feria del Libro de Madrid” ─con dos tercios de entrada reservada a la hinchada francesa─. Finalmente, el torneo se celebra en las instalaciones deportivas del comedor de la Montalbán.

Y aquí da comienzo el partido, señores. El colegiado pita el desayuno. El lleno es absoluto en las estanterías.

El Deportivo Montalbán luce su habitual uniforme de ositos y camiseta con lamparones, puesto que juega en casa. Por su parte, el Racing estrena indumentaria: negro sobre blanco, como la historia que va a escribirse aquí.

Atención, jugada de peligro. Ejercicios de Estilo, el delantero centro del Queneau, dribla a la defensa del equipo local; se escapa por la banda y se interna en el área rival. El defensor azul-lamparones intenta frenarle, pero su acción resulta inútil ante este imparable killer del área, que consigue llegar hasta el punto fatídico…Ejercicios de estilo culmina la jugada con su ya clásico punterazo. El portero del Deportivo se golpea la cabeza con el larguero y…

¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!

Golazo, señoras y señores. El poliédrico ha entrado en las mallas del mantel, hasta el fondo del tazón de leche.

El tiempo se detiene. Las asistencias médicas del Deportivo Montalban F.C. acuden inmediatamente a llevarse a su portero al hospital del nuevo Frigorífico.

El mister manda calentar a la galleta. El suplente del portero titular, Blog de Carmen Montalbán, entra en el campo.

¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

El árbitro pita. Se reanuda un encuentro que promete ser apasionante.

La afición local se ha vuelto loca. Escuchen su clamor.


"Que no, Queneau, que en casa gano yo".

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